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Las historias que pueblan Donde soplan los alisios giran en torno a la nostalgia, la inocencia de la niñez, el humor y la pérdida. Forman, en palabras del autor, una especie de ropa vieja en la que ingredientes de distinta forma, sabor y textura se unen para dejar ese saborcillo tan típico de nuestra tierra, o que al menos yo asocio a nuestra tierra, en el paladar de quien los degusta. En ellas hay calor y algo de hielo, piedra labrada, laurisilva, olas, incluso duendes y perros. Sus protagonistas, tan dispares como lo pueden ser, por ejemplo, una antropóloga, un panadero, una guía turística, un excoronel o un surfista retirado, hablan y se mueven por escenarios autóctonos que incluyen lugares reconocibles como el barrio de Vegueta o la iglesia de Arucas, y otros menos concretos pero igualmente isleños como una playa, un barranco o una cuesta interminable.
Premio de Relato Corto Isaac de Vega 2022