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Cuando los desiertos hayan poblado mis cejas,
cuando beban nuestros vientres palabras saladas,
cuando de entre las sombras sumisas de los suelos
veraniegos, cabalguen las memorias.
Bastará con abrir las fauces heridas en las pupilas,
será suficiente engullir al futuro, luego morir,
para tarde, ser pasto del olvido.
Jonay Cabrera González despliega ante nosotros un abanico poético en el que habla de lo concreto y lo universal, del pasado y del futuro, de lo carnal y lo espiritual.
La casa donde nací es un paseo sinuoso por la riquísima poética del autor, cuyas imágenes, a veces antagónicas desde un punto de vista clásico, explotan en nuestros oídos y mentes para llevarnos a cualquier lugar menos a la indiferencia.